sábado, 2 de julio de 2011

El Angel de la Renunciación y la Regeneración

Renunciación significa “abandonarse, dejarse ir, entregarse” y el término Regeneración se define como “renacer en el espíritu”; o ser “restaurado en el estado original del ser”. Por consiguiente para despertar a nuestra verdadera identidad, debemos dar algo, algo que, por lo general, consiste en hacer algún sacrificio. Pero una vez que salimos del sueño, vemos que no se trata en absolutote un sacrificio, sino que, simplemente es reemplazar lo inferior por lo superior.
Desde los principios la renunciación ha sido la plataforma para el renacimiento espiritual y la piedra basal de la personalidad. Su importancia como una línea de acción a seguir ha sido siempre tan fundamental que ningún Misterio, escuela, religión, tradición esotérica o filosofía espiritual ha olvidado incluirla entre sus disciplinas tradicionales. Y todos los maestros espirituales de los que tenemos noticias han considerado que este proceso de “abandono” es el verdadero preludio para alcanzar la supremacía y el dominio espiritual.
El maestro tibetano Djwhal Khul dice que “para tener debemos desapegarnos, y para retener debemos desprendernos. Esa es la Ley. La vida, para el discípulo, se convierte en una serie de procesos de desprendimiento, hasta aprender la lección de la renunciación”. Las antiguas enseñanzas de la Sabiduría Intemporal, de las que, más tarde, Pablo se hizo eco, estaban basadas en la verdad de que cuando no tienes nada, lo posees todo. Este es el principio que guía al Ángel de la Renunciación y de la Regeneración y este debe ser nuestro credo si buscamos ganar nuestra libertad y ser todo aquello para lo que hemos sido creados.
“Yo no puedo traer la paz al mundo, ni puedo alimentar a las multitudes hambrientas, curar las enfermedades, armonizar las relaciones o hacer que prosperen aquellos que están esclavizados por las deuda y las limitaciones. No, yo no puedo hacerlo, pero el Sagrado Yo Superior que Es la Realidad de cada uno de nosotros sí puede hacerlo”.
Comenzamos por abandonar nuestro sentido de la existencia mortal – por desprendernos de lo que consideramos la “personalidad y por llegar a identificarnos con el Yo Superior, con nuestra conciencia divina, que está dentro de cada uno de nosotros. En este proceso de cambio de identidad, entregamos todo cuanto ha sido adquirido por la personalidad. Para alcanzar nuestra naturaleza superior, debemos renunciar a todo lo que constituye el “inventario” de la naturaleza inferior, porque hasta que ésta no esté completamente vacía de todo lo que era no puede llenarse con la esencia de la naturaleza superior. Lo más bajo debe ser sacrificado por lo más alto, de otra manera no podremos llegar a concretar nuestro renacimiento espiritual.

¿Por donde comenzar? Examinemos esta lista de veinte características de la personalidad:

1) La tendencia a criticar.
2) La tendencia a asumir, por otros, responsabilidades que no nos corresponden asumir.
3) La tendencia a dejar en manos de otros la responsabilidad por nuestro propio bienestar.
4) El sentimiento de que necesitamos ser cuidados y protegidos por otra persona, que está relacionado con lo mencionado en el punto anterior.
5) El orgullo espiritual y la tendencia a probar nuestra espiritualidad dando a otras personas admoniciones o consejos espirituales que no nos han sido solicitados.
6) Las ambiciones egoístas.
7) La autoconmisceración.
8) La sensación de poder personal.
9) Una sensación de futilidad.
10) La tendencia a buscar alivio o liberación a través del alcohol o de las drogas.
11) La tendencia a representar el papel del “amante sufriente”.
12) La tendencia de controlarnos emocionalmente en toda clase de relaciones, incluyendo las relaciones con nuestros esposos o esposas, o con nuestros hijos o amigos.
13) El engaño y la deshonestidad.
14) El temor y la culpa.
15) La sensación de que valemos muy poco.
16) La identificación del YO con el cuerpo y la preocupación por mantenernos físicamente en forma y por satisfacer nuestras necesidades corporales.
17) El énfasis en la seguridad personal.
18) El sentimiento de que “mi verdad es superior a la tuya”, de que “mi misión es más grande que la tuya”.
19) El “complejo de Mesías”.
20) Una conciencia desanimada – sin vitalidad, sin fuego, sin luz, ni animación – y el vivir sin ninguna clase de inspiración.

La gran Renunciación, el último paso antes de la Regeneración, tiene lugar después de que has reconocido cada una de las características y de los complejos de tu personalidad, concentrándote en cada uno de ellos, desprendiéndolos de la propia conciencia al entregarlos al Sagrado Fuego que arde en nuestro interior y trabajando diariamente para vivir sin estas energías adulteradas. Esto requiere disciplina, pero con cada uno de estos actos de desprendimiento, más y más rayos de la Luz del Yo van introduciéndose en nuestra personalidad.
El proceso de emerger de la oscura celda de la naturaleza inferior, no siempre es un suave y fácil movimiento hacia arriba, sino que puede convertirse en una escalada dura y extenuante. Pero recuérdalo bien, Tú no te has encarnado sólo para poner el pan sobre la mesa, pagar el alquiler, planear tu seguridad en los últimos años de tu vida – o para ser una impotente medusa o un amenazante tiburón. Estás aquí para renacer en Espíritu y entonces compartir el ardiente resplandor de tu Luz interior para el bien y el beneficio de todo el mundo.
Cuando estás motivado por esa intención, algo extraño y maravilloso acontece en los asuntos más cotidianos de tu vida. Inicia el proceso de desprendimiento y, con cada nueva acción de desapego, algo cada vez mejor va teniendo lugar en todos los ámbitos. Y, muy pronto, te darás cuenta de que la práctica de la inocencia te resulta completamente natural, de que dar a los otros la libertad que necesitan para experimentar plenamente su vida está satisfaciendo todo cuanto te preocupa y que así también llegarás a ser verdaderamente independiente al no experimentar ninguna clase de preocupación por tu propia seguridad.
Descubrirás que no tienes que probar nada a nadie y que la autocompasión, la futilidad, el miedo y la culpa desaparecerán junto con tu necesidad de buscar algún escape. Cuando llegues a comprender que tú misma ere el Reino de la pura energía, lograrás liberarte de la atracción hipnótica de la tercera dimensión y con esa comprensión las sensaciones de carencia y de limitación se convertirán en meros y borrosos recuerdos del pasado.
Para efectuar el proceso de renunciación y regeneración se puede hacer un proyecto de dedicar sensata días a desmontar todas las conexiones del ego desprendiéndonos de todas las atracciones mentales, emocionales y físicas – liberándolos de todas las cosas que nos atan a la rueda de la lucha y el esfuerzo – y, una vez hecho esto, seres humanos, sino como seres espirituales de Luz. El Ángel de la Renunciación y la Regeneración presta una valiosa ayuda para demostrar que el proceso de desmontar las conexiones el ego no significa descalificar el mundo físico como algo no espiritual. Por el contrario, significa encontrar el equilibrio entre lo absoluto y lo relativo y ver la unidad del espíritu y la materia a través del único ojo de la conciencia divina. Es vivir como un ser espiritual encarnado en una forma física.
Vayamos al encuentro del Ángel de la Renunciación y de la Regeneración. recuerda que no se trata de una especie de hada con alas que flota en su campo de energía o de una criatura nacida hace muchos siglos de la imaginación de los maestros de algún colegio de Misterios. Estos Ángeles son fuerzas vivientes y energías conscientes que habitan en el cuerpo causal y que funcionan como remolinos de Poder.
En el orden natural del proceso de su accionar, extienden a la conciencia personal – como si fueran rayos de luz – la visión, la actividad, y el poder creativo del Yo Divino. Y la luz de este Ángel, en particular, apunta a mantener a la conciencia operando en el “modo de entrega”, para ayudarnos a dejar de lado toda sensación de separación con el alma superior y para preparar la personalidad par ala “Gran Infusión del Señor”. Si esa energía se encuentra bloqueada por las proyecciones de miedo, de pérdida y de privación, producidas por el ego, desarrollamos una conciencia de “víctimas”, una naturaleza suspicaz y celosa y una sensación de ser la “presa” de todos los que nos rodean.

Finalidad

Proporciona la energía para la entrega, demostrándonos la facilidad y la belleza de “no tener nada para poseerlo todo”.
Rasgos negativos que pueden presentarse a partir de las proyecciones del ego: conciencia de ser siempre la “víctima”; naturaleza desconfiada y sensación de estar siendo la “presa” de todos; celos.
Su energía resulta bloqueada debido a: el profundo miedo a las pérdidas; la creencia inconsciente de que liberar el Espíritu significa privación; una profunda ansiedad relacionada con entregarse a la humanidad para alcanzar el dominio y la supremacía espiritual.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por tu aporte , te deseo grandes exitos como lo anhelo para mi vida tus palabras me fortalecen.

María Marta dijo...

Gracias a vos por visitar este blog, me alegra mucho saber que te ayuda lo que en él encontras. Quiero contarte que selecciono textos de contenido espiritual que me parecen enriquecedores y los comparto, no todas las palabras son mias pero sí las elecciones de lo que se publica. ¡¡Fuerza, te mando un abrazo lleno de luz!! María Marta